¡Señor Jesucristo luz de
las naciones!
¡Colma de paz y de esperanza
mi corazón y de dulzura mis labios!
Pon en mis ojos la luz que acaricia y
purifica, en mis manos el gesto
que perdona.
Dame valor para la lucha,
compasión para las innjurias,
misericordia para la ingratitud
y la injusticia.
Líbrame de la envidia y de la
ambición mezquina, del orgullo,
de la soberbia, del odio
y de la venganza.
Y que, al volver hoy nuevamente
al calor de mi lecho, pueda,
en lo más íntimo de mi ser,
sentirme a Ti presente.
Dios mío, di a mi alma:
Yo soy tu victoria.
Repite a mis entrañas:
No temas, yo estoy contigo.
Amén.
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